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Desde nuestra perspectiva es muy importante poder analizar el entorno y las fricciones para contribuir a reducir la incertidumbre (por medio del análisis de inteligencia y gestión del riesgo), y, de esa manera, promover la libertad de acción a trabés del diseño de planes estratégicos de largo alcance (recomendamos, inicialmente, un horizonte de no más de cinco años).


Para ello recomendamos:


1. Tomarse el tiempo necesario para prever escenarios, a través del análisis del entorno (competencia, condicionamientos políticos, económicos, sociales, diplomáticos y éticos), sin dejar de considerar el de las fricciones (disposición y complejidad logística, cambios climáticos, conflictos intra e intergubernamentales y efectos pandémicos y de desborde social).


2. Evaluar lo que nuestros clientes buscan, y hacer lo propio, considerando los mismo requisitos a la hora de evaluar a nuestros proveedores. Esta práctica nos permitirá equilibrar y armonizar el esfuerzo que realiza la organización cuando interactúa con las partes interesadas.


3. Conocer que une a la comunidad (que nos motiva levantarnos por la mañana para ir a trabajar, excluyendo el interés económico personal).


Si a cada uno de estos aspectos los podemos evaluar considerando la probabilidad de que ocurran y el impacto que estos tendrían sobre la organización (análisis de riesgo), estaríamos reduciendo la incertidumbre y nos encontraríamos libres de acción para poder conformar nuestro plan estratégico.


Estos estudios sirven, además, para minimizar el la aparición de eventos de crisis y, si se manifiestan, analizarlos como la culminación de un proceso natural de evolución aguardando una decisión para contenerla o eliminarla para dar paso a otro proceso de crecimiento.




La vida nos depara un mundo lleno de complejidades en donde nosotros, muchas veces, buscamos nutrirnos de diversas herramientas para resolverlas. Es más, cuanto más científica y estructurada sea, creemos que mejor resultado nos brindará.

En realidad, con el avenimiento de los sistemas de gestión de la calidad y sus directrices orientadas a la mejora continua, amparadas generalmente por programas CAPA (Corrective Actions, Predictive Actions), fueron apareciendo un número importante de herramientas que, en nuestro caso, a la fecha, llevamos utilizadas unas veintinueve “+ una”.


Está claro que este tipo de soluciones pueden desplegarse de manera individual, compuesta o combinada, según el tipo de problema… perdón de “efecto no deseado”, a resolver.


Al menos las que hemos implementado hasta la fecha son:


  • Brainstorming.

  • Análisis de atributos.

  • Objetivos de la calidad.

  • Guía de reuniones.

  • Organización de reuniones.

  • Declaración de propósitos.

  • Modelado de procesos.

  • Definición de procesos.

  • Mapa de procesos.

  • Diagrama de contexto.

  • Factores críticos para el éxito.

  • Diagramas de flujo.

  • Análisis de efectos en modalidad de fallo.

  • Gráficos de mediciones.

  • Control estadístico de procesos.

  • Benchmarking.

  • Diagrama de Pareto.

  • Hojas de Control

  • Hoshin.

  • Histograma.

  • Gráfico circular.

  • Diagrama de espina o de Ishikawa.

  • Diagrama de relaciones.

  • Comparación a pares.

  • Análisis de campos de fuerza.

  • Mapa mental.

  • Selección ponderada.

  • Diagrama de árbol.

  • Análisis de trayectoria crítica.

  • Metodologías derivadas de Kaizen.

En particular quiero referirme a la “+ una” que mencioné anteriormente. Se trata de la herramienta más simple que existe para resolver problemas, que todos conocemos, que todos hemos usado y que muchos hemos olvidado. La herramienta a la que me refiero y que implementándola metodológicamente, brinda excelentes resultados, es capaz de despertar en nosotros emociones y recuerdos de nuestra infancia. A continuación, “el método”:


PLANTEO => SOLUCIÓN => RESPUESTA => PRUEBA.


Ya se; seguramente, a esta altura, pensarán que éste es una pavada, ya que lo usábamos de chicos para resolver problemas, más que nada, orientados a las matemáticas.


Precisamente, son los métodos simples los que nos van abriendo el camino para que, en lugar de paralizarnos ante el primer obstáculo, asumamos el desafío de enfrentarlo para buscar superarlo, diluirlo, neutralizarlo, convivir con él o tomarlo como punto de referencia para replantear nuestro avance.


Seguramente el método enunciado es tan evidente que no requiere demostración (axioma), es por ello que lo voy a extrapolar a términos de avanzada para nutrirlo de importancia, aunque de antemano impliquen lo mismo. Allá vamos.


1. Al PLANTEO lo llamaremos ANÁLISIS.

2. A la SOLUCIÓN, DECISIÓN.

3. A la RESPUESTA, DIRECTIVA.

4. A la PRUEBA, CONTROL O VERIFICACIÓN.


El punto 1. implica estudiar la situación que formulará el individuo o el equipo de trabajo y que concluirá en la concepción de las diferentes alternativas de solución.


El punto 2. nos invita a seleccionar una de las alternativas o de una variante que incluya a varias de ellas.


El 3. es el desarrollo del resultado obtenido y que nos llevará a la resolución del problema. En esta instancia se torna imperioso comunicar y distribuir las acciones a ejecutar.


El 4. consiste en supervisar el comportamiento de las acciones implementadas como efecto de la respuesta/directiva.


Si me permiten una recomendación, vayan por el camino más simple para resolver complejidades, más aún cuando nos remiten a nuestra infancia, allí donde éramos seres más emocionales que razonábamos con libertad.


Anexo el cuadro de equivalencias:



Gabriel Calicchia

Director de Operaciones













A lo largo del tiempo hemos aprendido que, si ponemos fuerza de voluntad para alcanzar un objetivo, no necesitamos demasiados recursos, y al lograr llegar a la meta, nos sentimos exitosos.


Sin embargo, más allá de la voluntad, existe un binomio muy importante que nos permite ser exitosos en la vida: los valores y los hábitos.


Los valores podemos decir que representan cómo queremos que el resto de las personas nos vean y, conforme a ellos, deberíamos actuar. Es, al igual que el oxígeno que respiramos, aquello que nadie puede quitarnos, aunque podemos perder fácilmente si no obramos en sintonía con los que hayamos decidido abrazar.


Esta asimetría dicotómica que se presenta con frecuencia entre el cómo queremos que nos vean y cómo en realidad actuamos, se manifiesta a través del accionar alimentado por nuestros hábitos.


Los hábitos se configurar como cualquier comportamiento que vamos aprendido mediante la repetición, es decir que realizamos de manera habitual. Esto implica que no es innato de las personas.


El éxito y armonía en la vida la alcanzamos cuando podemos amalgamar nuestros valores con nuestros hábitos.


Vayamos a un ejemplo respetando el siguiente principio: cada uno de nosotros somos lo que hacemos.


Si soy una persona feliz y positiva, conceptualmente estaré desarrollando el valor de la felicidad. Esto quiere decir que lo que demuestro con mis acciones es el valor que poseo.


Desafortunadamente para nosotros, mientras vamos transitando por el camino de la vida cometemos algunos errores que vamos convirtiendo en hábitos, en nuestro estilo de hacer las cosas.


Es por ello que resulta una buena práctica meditar sobre nuestro comportamiento y realizar nuestra propia “reingeniería personal”.


¿Cómo realizar una verdadera reingeniería personal?

Comenzaré por decir que es muy fácil de enunciar y un verdadero desafío a la hora de implementar. Para ello volvamos al ejemplo anterior: si mi valor es la felicidad y el mal humor, la infelicidad y el desencanto son errores convertidos en hábitos, debo desarrollar los de sonreír, el de estar contento, el de sentir y brindar bienestar y el de estar dichoso.


Para lograr alinear los hábitos con nuestros valores, nuestro trabajo requerirá del deseo de querer cambiar, el compromiso para cambiar y el explorar cómo hacerlo.


Como todo en la vida, volver a nuestros orígenes llevará su tiempo y la satisfacción más grande que sentiremos al ir lográndolo, será la resultante de haber emprendido el camino hacia el éxito, allí donde la imagen y el prestigio se funden en perfecta armonía.


¡¡¡Muchos éxitos!!!


Gabriel Calicchia

Director de Operaciones

Direccionar

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